Juan Pablo Cárdenas S., Política y Utopía, 28/11/2021
Si con tantos candidatos presidenciales en la primera ronda electoral fue más alta la abstención que la cantidad de votantes, nada presagia que ahora la situación pudiera cambiar y no sean todavía más los que se resistan a votar por cualquiera de las dos opciones en carrera. Esto es, por José Antonio Kast o Gabriel Boric. Seguramente se va a confirmar aquello que el que resulte elegido como presidente de la República no reúna más allá de un 20 o 25 por ciento del total de ciudadanos.
De esta forma, será la democracia la más afectada en estas elecciones. Es incuestionable que al país le importan mucho más los temas de seguridad y las demandas socioeconómicas que la estabilidad de un régimen que en cuarenta años, además, no ha logrado los estándares democráticos que existen en otras naciones del mundo. Allí donde se constata mayor igualdad social, diversidad de prensa y una más plena institucionalidad. En que los poderes del estado, por ejemplo, tengan real autonomía, el presidencialismo no sea tan asfixiante y en el Parlamento como en el Poder Judicial reine la probidad y la transparencia.
Un país asolado por el miedo a la delincuencia común, por el creciente fenómeno del narcotráfico y las acciones desquiciadas de la violencia política, difícilmente puede consolidar paz social, cual es la gran aspiración del pueblo. Junto, por supuesto, con el derecho al trabajo, a sueldos y pensiones dignas y en que cesen las prácticas de discriminación, xenofobia y racismo como, sin duda, se expresan en nuestra tensa convivencia social. No solo en la Araucanía, sino en todo el territorio.
Al candidato Kast le resultará muy difícil sacudirse de su pasado pinochetista, de su recio conservadurismo y de los tantos temores que representa su posición de extrema derecha. Más le costará todavía separar aguas de algunos de esos adherentes que no trepidan en justificar las graves violaciones de los Derechos Humanos y, para colmo, abogan por liberar a los genocidas y torturadores condenados por los tribunales chilenos e internacionales.
Al candidato Boric le complicará, asimismo, deslindarse de sus propias declaraciones como aquella de propiciar la amnistía o indulto de quienes en la época del Estallido Social cometieron graves desmanes y llegaran a incendiar estaciones del Metro y algunos templos. Aunque éstos se encuentren por tanto tiempo arbitrariamente detenidos a la espera de ser absueltos o ejecutoriados.