29/04/2025

HAYTHAM MANNA
Siria: el estadete golanesco* o las pútridas secreciones del totalitarismo yihadista

 *microestado creado em Siria por Ahmed Huseín al-Charaa alias Abu Mohamed al-Golani

 HaythamManna, 28/4/2025

دويلة الجولاني: أو الإفرازات الرثة للشمولية الجهادي Original:

Traducido por Tlaxcala

Haytham Manna (Umm al-Mayadhin, Daraa, 1951), médico y antropólogo, es un veterano defensor de la causa de los pueblos y los derechos humanos. Director del Instituto Escandinavo de Derechos Humanos/Fundación Haytham Manna de Ginebra y presidente del Movimiento Internacional por los Derechos Humanos y de los Pueblos (IMHPR), es autor de unos 60 libros. A continuación, publicamos un extracto de su próximo libro Manifiesto contra el fascismo yihadista.

En su ensayo titulado “El Estado-nación moderno: entre islamismo y laicismo, Asia Al-Muhtar y Adnan Haraui ofrecen un resumen claro y conciso del concepto de Estado-nación moderno, al afirmar:

“Los sistemas legislativos del Estado-nación moderno se caracterizan por su total independencia de cualquier ideología de cualquier tipo. Si el Estado laico pretende separar la estructura política del aparato religioso, el Estado-nación moderno es un Estado independiente que no depende de ninguna fuente legislativa que no sea la voluntad del pueblo. Como entidad neutral con respecto a religiones, sectas, ideologías, individuos y clases, este estado pretende evitar adoptar cualquier ideología que pueda afectar a su entidad y a su existencia, convirtiéndolo en un estado exclusivo que sirve a un grupo específico en detrimento de otro. Este "servicio exclusivo" que el Estado tratará de prestar se basa en principios que entran en conflicto con los principios de igualdad de la ciudadanía y se lleva a cabo sobre la base de una referencia religiosa, ideológica o doctrinal específica”.

 En realidad, el Estado nación moderno se basa en tres principios fundamentales: el primero es la igualdad de los ciudadanos, el segundo es el Estado de derecho y el tercero es la legitimidad del pueblo.

No es éste el lugar para discutir el nacimiento y la construcción del "Estado-nación moderno", al que hemos dedicado un libro y varios artículos. [2]Pero es importante recordar que este nacimiento es fruto de un largo proceso histórico que permitió a Europa, por ejemplo, salir de sus guerras sectarias y religiosas, que sólo a Alemania le costaron la vida de más de siete millones de personas durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). En el Mediterráneo oriental, el Imperio Otomano no salió de la historia y la geografía hasta que escribió sus últimas páginas con el genocidio de armenios y asirio-caldeos en 1916-1918, su derrota en la Primera Guerra Mundial y la firma por el sultán Mehmet VI del Tratado de Sèvres (1920), que dejó al Califato, al final de su existencia, con 380.000 km² de los 1.780.000 km² que tenía antes de la guerra.

En Egipto, la revolución de 1919 marcó un importante punto de inflexión en la lucha por la liberación nacional del yugo colonial británico, vencedor de la Segunda Guerra Mundial. En Damasco, la independencia del Reino Árabe Sirio fue proclamada el 8 de marzo de 1920 por una asamblea legislativa constituyente denominada "Conferencia General Siria", que adoptó el "Estatuto Fundamental", que preveía una monarquía constitucional civil, una administración descentralizada, la garantía de las libertades políticas y económicas, los derechos de las comunidades religiosas, la igualdad entre los ciudadanos y la celebración de elecciones libres al Consejo de Representantes mediante voto secreto en dos vueltas (artículo 73). Las elecciones eran libres y el gobierno no tenía derecho a intervenir u oponerse a ellas (Artículo 77).

La potencia colonial francesa no podía tolerar la idea de la independencia y sus fuerzas entraron en Siria. Tres días después de la batalla de Maysalun, las fuerzas de ocupación ocuparon Damasco, exiliaron al rey Faisal y desolaron el reino el 28 de julio de 2020.


Emad Hajjaj


Tras la trágica y grotesca caída del Califato otomano, ya no se podía hablar de Califato ni de Estado islámico según la lógica sultánica hereditaria y medieval. En varios países musulmanes surgieron organizaciones políticas y sociales que reclamaban la construcción de un Estado islámico. Si bien Hassan al-Banna es el más famoso en el mundo de habla árabe, Abu al-Ala al-Maududi ocupó el centro de la escena en el mundo islámico. Abu al-Alaa fue un agudo observador y conocedor de las características de la época en que vivían los musulmanes en la península de la India, pero también del auge de las corrientes ideológicas totalitarias a escala mundial: el estalinismo en Oriente, el nazismo y el fascismo en Occidente. La huella de estas corrientes se aprecia claramente en la definición que al-Maududi da del Estado Islámico:

- "El Estado islámico es un Estado gobernado por un partido concreto que cree en una doctrina determinada. Cualquiera que acepte el Islam puede convertirse en miembro del partido que se ha fundado para dirigir este Estado, y a los que no lo aceptan no se les permite interferir en los asuntos del Estado y pueden vivir dentro de las fronteras del Estado como dhimmis."

- "El Estado Islámico es un Estado totalitario que gobierna todos los aspectos de la vida". (Al-Maududi escribe esto en inglés, además de urdu y árabe).

- "Dios ha dotado al hombre de estos límites, un sistema independiente y una constitución universal que no admite cambio ni modificación…. Si lo desea, puede eludirla y declararle la guerra, como han hecho Turquía e Irán, pero no puede cambiarla en lo más mínimo, porque se trata de una constitución divina eterna que no puede ser cambiada ni modificada".[3]

Podemos ver en estos tres puntos el árbol genealógico común a los Hermanos Musulmanes, los jomeinistas, los salafistas yihadistas, los sruristas (seguidores del jeque Srur de la región de Daraa) y el Hizb ut-Tahrir (Partido de la Liberación), porque los principios enunciados por Maududi  se encuentran todos allí, con algunas diferencias de expresión literaria o algunas frases incontestables. Si la primera versión de los Hermanos Musulmanes en Egipto y el modelo sirio del Dr. Mustafa al-Sibai no se atenían a la lógica del "partido sagrado", o lo que Jomeini llamaba en su libro "Gobierno islámico": "la banda sagrada", no fue hasta Sayyid Qutb cuando apareció una identificación más clara entre estos componentes.

El auge de la "religión pública" y la caída de las ideologías contemporáneas han tenido un impacto considerable en el auge, el extremismo y la radicalización de los movimientos políticos islámicos. La fabricación del enemigo ha desempeñado un papel clave en la introducción del takfir (definición de los límites entre creyente e incrédulo, entre sociedad pagana y sociedad islámica, ósea acusación de ateismo), prohibición (agrupar en la misma categoría todo lo que está prohibido, vedado y censurable) y destrucción (considerar la yihad o violencia sagrada como el único medio de instaurar el reino de Dios en la tierra). Como dice Yassin al-Haj Saleh: "En Afganistán, el enemigo fue la Unión Soviética, luego Estados Unidos; en Irak, fueron los estadounidenses y sus aliados en las organizaciones chiíes; en Siria, el enemigo fue esencialmente la revolución."[4].

En el estadio de El Cairo, el 15 de junio de 2013, el presidente egipcio Mohamed Morsi estuvo presente en persona para anunciar los resultados de la primera reunión ampliada entre "eruditos" salafistas, "eruditos" de la Hermandad Musulmana y dirigentes de la Unión Mundial de Ulemas Musulmanes, en la que se decidió por unanimidad declarar la yihad en Siria. Para anunciar los resultados de esta reunión y proclamar la decisión, los participantes designaron al jeque egipcio Mohamed Hassan:

"La tierra pura de Egipto acogió una conferencia a la que asistieron cerca de 500 eruditos de más de 70 organismos, organizaciones y asociaciones. Estos eruditos emitieron una fatwa y acordaron que la yihad es un deber de vida, riqueza y armas, cada uno según sus medios. La yihad para defender la sangre y el honor es ahora un deber individual para el pueblo sirio y un deber colectivo para los musulmanes de todo el mundo. Es lo que debemos al Señor del cielo y de la tierra". [5].

Desde entonces, han desaparecido las diferencias entre lo que antes se llamaba islam moderado o político y las tesis salafistas yihadistas, y se ha iniciado el proceso de "legitimación" de la presencia de combatientes extranjeros en Siria en la mayor fatwa colectiva de la historia islámica contemporánea. Los musulmanes sirios, sean cuales sean sus facciones y orientaciones, ya no son dueños de su presente y su futuro en el conflicto entre una dictadura corrupta y el mayor movimiento popular que se le enfrenta. La llegada masiva de más de 120.000 combatientes no sirios procedentes de unos sesenta países, con unas facilidades financieras, materiales y logísticas que han superado todo lo visto en la experiencia afgana, ha constituido un cambio completo en la naturaleza, la geografía y los objetivos de los conflictos armados y las luchas intestinas, así como en la naturaleza del Estado que se desea cambiar.

Al-Baghdadi proclamó el califato, visto como el tan deseado Estado islámico justo, y el conflicto dentro de las formaciones yihadistas se intensificó, dando lugar a sangrientos enfrentamientos de los que rara vez se hacen eco los partidarios de la "Comisión Islámica de Liberación de Siria" (Hayat Tahrir al-Sham). Mientras que la gran escisión entre el Estado Islámico en Irak y el Frente al-Nusra ha recibido su parte justa de atención y estudio, la "Sahwa" fue uno de los movimientos más audaces y cultos entre los yihadistas sirios, cuando Hassan Abbud, líder del movimiento Ahrar al-Sham, ayudado por el joven Mohammed al-Shami, redactó la "Carta del Honor Revolucionario", que constituyó una de las revisiones más importantes de la historia del "yihadismo salafista" en Siria. Este pacto aclaró los límites entre las tesis generales del movimiento yihadista salafista y el proyecto yihadista sirio de cambio en puntos clave, que van más allá de la lucha por el poder y la autoridad para tocar la concepción misma del Estado deseado:

“El objetivo político de la revolución armada siria es derrocar al régimen, con todos sus símbolos y pilares, y llevarlo ante la justicia, lejos de cualquier venganza o ajuste de cuentas.

- La revolución se dirige militarmente contra el régimen sirio, que ha ejercido el terrorismo contra nuestro pueblo con sus fuerzas militares regulares e irregulares y contra quienes las apoyan, como los mercenarios iraníes, Hezbolá y la Brigada Abu al-Fadl al-Abbas, así como contra todos los que atacan y apostatan a nuestro pueblo, como Daech. La acción militar se limita al territorio sirio.

- El derrocamiento del régimen es una empresa conjunta de las distintas fuerzas revolucionarias. Conscientes de la dimensión regional e internacional de la crisis siria, estamos abiertos a reunirnos y cooperar con los actores regionales e internacionales en solidaridad con el pueblo sirio, en interés de la revolución.

- Preservar la unidad del territorio sirio e impedir cualquier plan de partición por todos los medios disponibles es un principio revolucionario innegociable.

- Nuestra fuerza revolucionaria se apoya en su acción militar en el elemento sirio y está convencida de la necesidad de una decisión política y militar puramente siria, rechazando toda dependencia del extranjero.

- El pueblo sirio aspira a la instauración de un Estado de justicia, derecho y libertades, libre de presiones y dictados.

- La revolución siria es una revolución moral y ética que aspira a establecer la libertad, la justicia y la seguridad para la sociedad siria en toda su diversidad étnica y religiosa.

- La revolución siria se compromete a respetar los derechos humanos predicados por nuestra religión.” [6]

Está claro que el "Frente Islámico" sirio decidió ese día romper con lo que llamaba la "yihad global" o lo que el Frente al-Nusra llamaba la "yihad suní." [7] en Siria. Por eso no es de extrañar que cuarenta y cinco miembros de su dirección fueran asesinados en masa en el mayor atentado en catorce años de revolución y guerra en territorio sirio, y que años después las pruebas revelaran la implicación del Frente al-Nusra en colaboración con el servicio secreto turco (MIT) en esta masacre.

Siempre me detengo en este importante documento, porque muestra y explica la diferencia entre el Frente al-Nusra y sus ramificaciones, desde el Frente para la Conquista del Levante hasta Hayat Tahrir al-Sham, y las facciones yihadistas que han adoptado el Estado de Justicia, Derecho y Libertades en este pacto.

Otro punto importante de discordia entre el Frente al-Nusra y las demás organizaciones sirias fue la adopción por parte del Frente al-Nusra y Daech de un enfoque dirigido a integrar a los combatientes extranjeros en las estructuras organizativas y los puestos de responsabilidad. Como el Frente al-Nusra estaba formado por sirios y extranjeros, y posteriormente se le unieron algunos detenidos de la prisión de Sednaya, su dirección y sus líderes religiosos siguieron estando en manos de no sirios, con unos pocos sirios. Los no sirios constituían más del 70% de la plantilla en los primeros años de su existencia y ocupaban la mayoría de los puestos de toma de decisiones. Esto quedó claro cuando Hassan Abbud declaró en Al Jazeera que temía el papel perjudicial de los yihadistas extranjeros: "No necesitamos elementos no sirios, tenemos suficientes combatientes sirios, sobre todo porque muchos inmigrantes han sido víctimas de la desinformación y su apoyo inicial se ha convertido en una maldición". Puso como condición para cualquier diálogo con Al-Nusra que ésta se desvinculara de Al Qaeda, subrayando que "la decisión debe ser puramente siria".

El Frente Al-Nusra respondió: "En el Frente Al-Nusra rechazamos categóricamente y sin ambigüedades cualquier minimización u ocultación del papel de los hermanos inmigrantes en esta bendita yihad. Han desempeñado un papel inmenso e importante en el apoyo al pueblo de Siria, de acuerdo con la palabra de Dios: {Y si os piden ayuda en la religión, debéis ayudarles} Sólo les responderemos con amabilidad y gratitud, pues nuestro Señor, el Misericordioso, ha dicho: {¿Se paga el bien con otra cosa que no sea el bien?}. Estamos unidos a los musulmanes por una hermandad religiosa que trasciende cualquier vínculo territorial o nacional, y nuestro apoyo a los musulmanes se basa en la religión y la lealtad a ella, no en la patria, la tierra y la lealtad a ella, pues Allah, el Todopoderoso, ha dicho: {¿Y por qué no lucháis por la causa de Allah, mientras hombres, mujeres, niños e infantes son oprimidos?} Y el Profeta (la paz y las bendiciones de Alá sean con él) dijo: "El musulmán es hermano del musulmán, no lo engaña ni lo traiciona". Que todo el mundo sepa que el Estado islámico que queremos es un Estado fundado ante todo en la religión, la fe y la sharia, y que a él debemos nuestra lealtad y fidelidad. Para nosotros, un musulmán no es igual a un incrédulo, como Alá ha dicho: {¿Trataremos a los musulmanes como criminales?} Y el Profeta (saws) dijo: "El vínculo más fuerte de la fe es amar por Alá y odiar por Alá". Lo que perjudica a nuestros hermanos emigrantes nos perjudica a nosotros, lo que les afecta a ellos nos afecta a nosotros, y quien les critica nos critica a nosotros. Oh migrantes, esta tierra de Siria es inmensa, estableceos en ella, y las puertas de Siria permanecerán abiertas de par en par para todos aquellos que deseen apoyarla y hacer el bien por ella y su pueblo".

El Frente al-Nusra ha seguido su camino, apoyándose constantemente en un alto porcentaje de combatientes extranjeros. Las palabras "sirio" y "Siria" están ausentes de sus publicaciones y panfletos. En sus libros de texto, escuelas y en las posiciones de sus líderes religiosos, se inspiró en los escritos y posiciones yihadistas más extremas y radicales sobre la cuestión nacional siria. Incluso en su experiencia de poder en Idlib, los clérigos y los funcionarios de seguridad eran los que realmente tomaban las decisiones en el gobierno, el ejército, los servicios de seguridad, la policía religiosa y la intervención en la vida cotidiana de la gente. Cuando examinamos los discursos y escritos de las figuras sirias de Hayat Tahrir al-Sham, vemos que no hacen más que repetir y reiterar lo que se decía en el "Llamamiento a la resistencia islámica global" de Abu Musab al-Suri (Mustafa Set Mariam Nassar), " Cuestiones jurisprudenciales sobre la yihad " de Abu Abdalá al-Muhayir (Abu Rahman al-Ali), " La gestión de la barbarie " de Abu Bakr Nayi (Mohammed Jalil al-Hakim) y " La yihad y el yijtihad" de Abu Qatada al-Filistini. Comprendemos por qué Hassan Abbud los describe de la siguiente manera: "Jóvenes con sueños vanos, sin conocimientos de religión ni de la sharia".

A pesar del sangriento conflicto entre Daesh y Al-Nusra, es importante recordar que ambas organizaciones compartían la misma visión de la lucha contra la "alianza internacional". Anas Jattab escribió una carta sobre este tema, titulada "La alianza de los servidores de la cruz contra los muyahidines del Levante", en la que afirma:

"El veredicto justo para todos aquellos que participaron en esta coalición cruzada contra los muyahidines, o que llamaron a participar en ella, o que la ayudaron, la apoyaron, la respaldaron, la alentaron, la aprobaron, desearon su victoria sobre los muyahidines, o llamaron a su victoria, o le mostraron lealtad, ya sea material o moralmente, incluso en su corazón..... El veredicto para quienes lo hayan hecho es que son incrédulos apóstatas que han abandonado la religión del Islam y no tienen dignidad, ya sean miembros de un supuesto grupo 'combatiente', jeques u hombres del pueblo musulmán."[8]

La declaración de "ruptura" entre Al-Qaeda y el "Frente Al-Nusra", bajo la presión de Qatar y Turquía, no fue más que un cambio de nombre (Frente de Conquista del Levante luego Comisión de Liberación del Levante) sin ningún cambio de estructura, función o programa. Los nuevos ropajes del Frente Al-Nusra no han cambiado el comportamiento y las acciones de la nueva organización, ni política ni socialmente. Los mensajes, panfletos y fatwas del "Consejo Sirio de Liberación" se siguen enseñando en campamentos y escuelas, las consignas de la "yihad sunní" no han cambiado y los legitimistas siguen teniendo la última palabra en el "Emirato de Idlib". Observamos en los siete gobiernos del "Frente de Salvación Nacional" un intento de construir una estructura administrativa para el mini-Estado, en la que el "Comité para la Liberación de Siria" controla todo lo relacionado con la justicia, el ejército, la seguridad, la propiedad religiosa y la economía, con una tapadera proporcionada por figuras independientes que adoptan el enfoque del Comité. "HTS" ha construido el mayor número de prisiones y centros de detención del noroeste (doce prisiones y un centro de detención) en las zonas que controla y, gracias a su hipertrofiado aparato de seguridad, controla todos los aspectos de la vida pública, así como las fuentes de ingresos, empleo y financiación. (En el libro se dedica un capítulo entero a este tema).

Paresh

Hayat Tahrir al-Sham no ha cambiado un ápice las tesis del Frente al-Nusra: la guerra en Siria es una guerra sectaria y confesional, el enemigo es el régimen alauita, los alauitas y los chiíes y sus aliados, pero también el "enemigo" que habla de Estado nacional y democrático... Hablar de derechos de la mujer es una "imitación de Occidente", y la estricta separación de hombres y mujeres al estilo talibán es una obligación legal impuesta por la "policía religiosa" (¡que ordena lo que es bueno y prohíbe lo que es malo!)... Incluso en la Universidad de Idlib se emiten mensajes que prohíben la música, el canto y el teatro. [9]... En cuanto a las alianzas y enemistades regionales e internacionales, todo vale, y al mismo tiempo se puede discutir sobre cualquier tema, incluso con la "alianza de los adoradores de la cruz". Es esta esquizofrenia de comportamiento la que supone un peligro para la sociedad siria actual.

Cuando se trata de la "seguridad de los yihadistas", continúa la guerra contra toda una comunidad, vista como símbolo y expresión de un "resurgimiento" impune. En el ejército, la policía y los servicios de seguridad, cualquiera que pueda suponer una amenaza para la "seguridad de la yihad suní" es despedido, detenido o incluso asesinado. Esto es evidente en estos aparatos y en la forma en que el nuevo mando aplica la doctrina de "limpiar" el ejército y los servicios de seguridad de todos los "no musulmanes". En la carta del "general" Anas Khattab, "Reglas para la pertenencia a ejércitos y grupos nacionales", vemos que esta doctrina se aplica incluso a los oficiales disidentes que sacrificaron todo lo que tenían para defender a su pueblo y cuyo futuro se decide ahora, aquí en Egipto y allá en Turquía, después de haber sido sometidos a pruebas sobre "su grado de compromiso y conocimiento de la verdadera religión". ¿Hemos olvidado el virulento ataque de Marhaf Abu Qasra (Abu Hassan al-Hamui) y Anas Jattab (Abu Ahmad Hudud) contra todos los que piden la creación de un ejército nacional sirio no partidista y no sectario? Y los mensajes distribuidos a los combatientes del Grupo de Liberación de Damasco por el jefe adjunto del HTS y el jefe de los servicios de seguridad y actual ministro del Interior:

"La nacionalidad hace a los hijos de un mismo país iguales en derechos y deberes, sea cual sea su religión. Cristianos, judíos, ateos y apóstatas tienen los mismos derechos que los musulmanes.

Por ejemplo, el acceso a la función pública es un derecho general para todos los ciudadanos, sea cual sea su religión, incluso si son ateos o apóstatas, mientras que en el islam sólo se permite a los musulmanes, o incluso sólo a los musulmanes virtuosos".

Y añadió: "El patriotismo es una doctrina filosófica que contradice la religión islámica, por lo que no está permitido creer en él ni afiliarse a él, ya sea de verdad o para engañar al enemigo, aunque el juicio no sea el mismo en los dos casos, ya que el primero se considera apostasía y el segundo una prohibición...".[10]".

Era necesario remontarse a esos acontecimientos y posiciones para comprender la naturaleza de los cambios estructurales y funcionales que ha experimentado el "Frente al-Nusra", que lo han llevado a eliminar todas las facciones combatientes sirias (afiliadas o no a al-Baghdadi, luego a al-Zawahiri, antes de romper sus vínculos con al-Qaeda). No ha cambiado ni modificado su naturaleza, sus fatuas y sus posiciones sobre la cuestión de la integración de combatientes extranjeros, que considera parte esencial de su estructura y de su proyecto, ni sobre su hostilidad declarada al Estado nacional y a la pertenencia siria. A pesar de todas las formas de descontento popular con los combatientes extranjeros y la postura de Hayat Tahrir al-Sham sobre las minorías, en particular la comunidad alauita, el gobierno, el ejército y las fuerzas de seguridad de Al Joulani no han escuchado los consejos, ni siquiera de los "especialistas" en cirugía estética que intentan dar una imagen diferente de sí mismos desde los centros de Doha, el MIT, HD y el MI6. Porque cualquier planteamiento sobre la cuestión de la igualdad de derechos civiles para todos los sirios equivale a socavar la doctrina en la que se han educado sus combatientes, "emigrantes y simpatizantes", al tiempo que los desvía de su misión histórica de limpiar el Levante de todos los no suníes.

Cuando al HTS le resulta difícil encontrar a un clérigo damasceno o halabi (sunní) para pronunciar el sermón del viernes en una mezquita de Damasco, llama a un "magrebí" para esta misión con el fin de enseñar a los habitantes del Levante su religión: “Imagínense que las mejores criaturas de Dios están en suelo sirio, y entre nosotros, estos impuros. Ninguna secta puede dividir nuestras filas. Siria es suní y seguirá siéndolo, y seguirá siendo musulmana con la ayuda de Dios. Nos levantamos, tomamos las armas y dijimos: "A tu servicio, oh, Dios». Somos el pueblo del combate, somos el pueblo de la opresión, somos el pueblo de la lucha, somos el pueblo del sacrificio, el pueblo de la Sunna, hermanos míos. Ahora deben unirse, juntarse y aprender quiénes son sus enemigos. Si vemos que la llama de la discordia se enciende en Damasco, lucharemos contra ella, con la ayuda de Dios. Entonces, ¿estás listo para la yihad? ¿Estás listo para cualquier batalla?... Takbir...Takbir[11]”... El bloque militar y religioso absolutamente leal a Ahmed al-Charaa está formado en última instancia por facciones no sirias dirigidas por el Consejo Sirio de Liberación. Muchos dirigentes sirios han abandonado el movimiento, han dimitido o han sido encarcelados, mientras que todos los miembros extranjeros del HTS y sus aliados consideran que su afiliación está ligada a su destino y su futuro.

En esta configuración patológica del nuevo poder, surge el problema de las nuevas amistades y enemistades tras la derrota del llamado eje de la resistencia, que, según uno de los primeros legitimadores del "Frente al-Nusra", el salafista yihadista jordano Sami al-Dridi: "No es ningún secreto para nadie que siga los acontecimientos del conflicto entre el pueblo de la verdad y el pueblo de la mentira que los criminales han demostrado una gran astucia. Su astucia consistió, en el pasado, en apoyar a este régimen criminal en su guerra contra los musulmanes de este país, y se repartieron los papeles en este empeño... Pero cuando vieron que su interés en esta etapa era derrocar al régimen, convirtieron su astucia en un complot para derrocarlo con el fin de servir a sus intereses y planes en la lucha contra la verdad y sus partidarios, lo cual no pasa desapercibido para nadie que siga los acontecimientos."[12].

Para los países del Mediterráneo Oriental, que desempeñaron los papeles más importantes en la continuación y el fin del régimen de Assad, la llegada al poder de la "Liga Salafista Yihadista" significa sobre todo deshacerse del fantasma de los valores y del discurso que aterrorizaba a las pseudorepúblicas, las realezas y los emiratos... Y la entrada de la región en una era en la que hablar de soberanía estatal, sociedad de ciudadanos iguales y transición democrática se considera herejía y apostasía... ¿No es de extrañar, por tanto, la visión tan estrecha y la ceguera tan deliberada de estos gobiernos ante la naturaleza y las prácticas del nuevo poder, incapaz de construir un Estado, la paz social y la seguridad humana, y generador de guerras sectarias y civiles? Y su rápida normalización de lo que ellos mismos calificaron de "terrorismo", en el espacio de poco más de una década.

¿Acaso este terrorismo no lo "liberó" de quienes durante décadas había considerado su principal enemigo en la región?

Notas

[2] Para más información, véase Bina al-Muwatana (Construcción de la ciudadanía), Haytham Manna, Ediciones Bisan, Beirut 2021

[3] Abu al-Ala al-Maududi , La teoría del islam y su mensaje, 3ª edición, Dar al-Fikr, 1967, p. 47. La conferencia se remonta a los años treinta, con el ascenso de Adolf Hitler y las purgas estalinistas. La cita es de la edición "revisada" publicada tras la guerra de 1967.

[4] Yassin al-Haj Saleh, Los imperialistas impotentes, ediciones Riyad al-Rayyes, Beirut, 2019, p. 20.

[5] Haytham Manna, El declive del islam político, de al-Maududi a Erdoğan, Nofal/Hachette Antoine, Beirut, 2021, p. 89.

[6] El documento fue firmado por la Unión Islámica de Combatientes del Levante, el Cuerpo de Combatientes del Levante, el Ejército Muyahidín, las Brigadas del Corán y el Frente Islámico. Se publicó el 17 de mayo de 2014. Para leer el texto completo, véase: Haytham Manna, Frente al-Nusra, Bisan, Beirut, pp. 185-194.

[7] El ataque contra el "Pacto de Honor Revolucionario" fue lanzado primero por "legalistas" no sirios como Abu Qatada y Sami al-Dridi, entre otros, y luego se sumaron los sirios del Frente al-Nusra, donde Abderrahim Atun calificó el texto de "pacto de apostasía". Esta era también la posición de Abu Faras al-Suri, que publicó un artículo titulado "Al-Nazir al-Arian" (El avisador desnudo), en el que aludía a la apostasía de Ahrar al-Sham y de ciertas facciones sirias, considerando el "pacto de honor revolucionario" como un documento perdido, posición adoptada por Abu Mohammed al-Golani y Abu Maria al-Qahtani. Sin embargo, el comunicado de prensa nº 9 emitido por el Frente al-Nusra en relación con el "pacto de honor revolucionario" subrayaba "la necesidad de limpiar la yihad de errores" sin declarar apóstatas a los miembros de Ahrar al-Sham.

[8] Anas Jattab, "La alianza de los adoradores de la cruz contra los muyahidines de Siria, consejos y orientaciones", octubre de 2014: https://ketabonline.com/ar/books/20257/read?part=1&page=2&index=4370535

[9] Es necesario leer la carta de Anas Jattab, "Carta sobre el juicio de la música", para comprender la estrechez de miras y el oscurantismo del ministro del Interior, el jefe de los servicios secretos y el miembro del Consejo Supremo de Seguridad Nacional en la Siria de hoy.

[10] Anas Jattab, "El juicio sobre la pertenencia a las fuerzas armadas y a grupos nacionales". Existe una gran similitud entre la postura de los miembros de Hayat Tahrir al-Sham sobre esta cuestión y los discursos y conferencias de Abderrahim Atun, que hacen hincapié constantemente en la "naturaleza impía de la democracia" y en críticas superficiales y desesperadas a los conceptos nacionales y laicos del Estado, con una crítica más retórica que analítica de los modos de gobierno socialistas, capitalistas y comunistas. He aquí algunos ejemplos de estas posiciones: https://ketabonline.com/ar/books/106868/read?part=1&page=91&index=4685192https://www.noonpost.com/304248/

[11] https://www.facebook.com/watch/?ref=saved&v=2484450595237246

[12] Sami Al-Aridi, Carta sobre la caída del régimen tiránico de Bashar Al-Assad, Yamada Al-Ajira 1446.

 

 

HAYTHAM MANNA
L’Étaticule joulanesque* ou les sécrétions putrides du totalitarisme djihadiste

 *traduction de l’expression Douila al-Joulani, littéralement le micro-État d’Al Joulani

Haytham Manna , 28/4/2025

دويلة الجولاني: أو الإفرازات الرثة للشمولية الجهادي Original :

Traduit par Tlaxcala

Haytham Manna (Oum El Mayadhine, Daraa, 1951), médecin et anthropologue, est un militant historique de la cause des peuples et des droits humains. Directeur de l’Institut Scandinave pour les Droits de l’Homme/Fondation Haytham Manna à Genève et président du Mouvement international pour les droits de l’homme et des peuples (IMHPR), il est l’auteur d’une soixantaine d’ouvrages. Ci-dessous le chapitre 2 du livre « Manifeste contre le fascisme djihadiste », à paraître prochainement. [Chapitre 1 Chapitre 3]

 

Dans leur essai intitulé « L’État-nation moderne : entre islamisme et laïcité|», Asia Al-Muhtar et Adnan Harawi nous offrent une synthèse claire et concise du concept d’État-nation moderne en affirmant :

« Les systèmes législatifs de l’État-nation moderne se caractérisent par une indépendance complète à l’égard de toute idéologie, quel que soit son type. Si l’État laïc vise à séparer la structure politique de l’appareil religieux, alors l’État-nation moderne est un État indépendant qui ne s’appuie sur aucune source de législation en dehors de la volonté populaire. En tant qu’entité neutre à l’égard des religions, des sectes, des idéologies, des individus et des classes, cet État cherche à éviter d’adopter toute idéologie qui pourrait affecter son entité et son existence, et en faire un État exclusif qui sert un groupe spécifique au détriment d’un autre. Ce « service exclusif » que l’État cherchera à fournir est basé sur des principes qui entrent en conflit avec les principes d’égalité citoyenne et est réalisé sur la base d’une référence religieuse, idéologique ou doctrinale spécifique ». 

 En réalité, l’État-nation moderne repose sur trois principes fondamentaux : le premier est l’égalité des citoyens, le deuxième est la primauté du droit et le troisième est la légitimité du peuple.

Ce n’est pas ici le lieu de parler de la naissance et de la construction de « l’État-nation moderne », auquel nous avons consacré un livre et des articles [2], mais il est nécessaire de rappeler sans cesse que cette naissance est le fruit d’un long processus historique qui a permis à l’Europe, par exemple, de sortir de ses guerres sectaires et religieuses, qui ont coûté à la seule Allemagne, pendant la guerre de Trente Ans (1618-1648), la vie de plus de sept millions d’habitants. En Méditerranée orientale, l’Empire ottoman n’est sorti de l’histoire et de la géographie qu’après avoir écrit ses dernières pages avec le génocide des Arméniens et des Assyro-Chaldéens en 1916-1918, et la défaite lors de la Première Guerre mondiale et la signature par le sultan Mehmet VI du traité de Sèvres (1920), qui a laissé au califat, à la fin de son existence, 380 000 km² sur les 1 780 000 km² qu’il comptait avant la guerre.

En Égypte, la révolution de 1919 a marqué un tournant important dans la lutte pour la libération nationale du joug colonial britannique, vainqueur de la Seconde Guerre mondiale. À Damas, l’indépendance du Royaume arabe syrien a été proclamée le 8 mars 1920 par une assemblée législative constituante connue sous le nom de « Conférence syrienne générale », qui a adopté le «Statut fondamental» qui prévoyait une monarchie constitutionnelle civile, une administration décentralisée, la garantie des libertés politiques et économiques, les droits des communautés religieuses, l’égalité entre les citoyens et la tenue d’élections libres au Conseil des représentants au scrutin secret en deux tours (article 73). Les élections étaient libres et le gouvernement n’avait pas le droit d’y intervenir ou de s’y opposer (article 77).

Le colonisateur français ne pouvait tolérer l’idée de l’indépendance, et ses forces entrèrent en Syrie. Trois jours après la bataille de Maysaloun, les forces d’occupation occupèrent Damas, exilèrent le roi Faiçal et dessolèrent le royaume le 28 juillet 2020.


Emad Hajjaj

Après la chute tragique et grotesque du califat ottoman, personne ne pouvait plus parler de califat ou d’État islamique selon la logique sultanale héréditaire et médiévale. Dans plusieurs pays musulmans, des organisations politiques et sociales ont vu le jour, appelant à la construction d’un État islamique. Si Hassan al-Banna est le plus célèbre dans le monde arabophone, Abu al-Ala al-Mawdudi occupait le devant de la scène dans le monde islamique. Abou al-Alaa était un observateur attentif et un fin connaisseur des caractéristiques de l’époque que vivaient les musulmans dans la péninsule indienne, mais aussi de la montée des courants idéologiques totalitaires à l’échelle mondiale, le stalinisme à l’Est, le nazisme et le fascisme à l’Ouest. On retrouve clairement l’empreinte de ces courants dans la définition que donne al-Mawdudi de l’État islamique :

- « L’État islamique est un État dirigé par un parti particulier qui croit en une doctrine particulière. Quiconque accepte l’islam peut devenir membre du parti qui a été fondé pour diriger cet État, et ceux qui ne l’acceptent pas ne sont pas autorisés à intervenir dans les affaires de l’État et peuvent vivre à l’intérieur des frontières de l’État en tant que dhimmis. »

- « L’État islamique est un État totalitaire qui régit tous les aspects de la vie. » (Al-Mawdudi écrit cela en anglais, en plus de l’ourdou et de l’arabe).

- « Dieu a doté l’homme de ces limites, d’un système indépendant et d’une constitution universelle qui n’admet aucun changement ni modification... Si vous le souhaitez, vous pouvez vous y soustraire et déclarer la guerre comme l’ont fait la Turquie et l’Iran, mais vous ne pouvez y apporter la moindre modification, car il s’agit d’une constitution divine éternelle qui ne peut être ni changée ni modifiée ».[3]

Nous voyons dans ces trois points l’arbre généalogique commun aux Frères musulmans, aux khomeynistes, aux salafistes djihadistes, aux srouristes (partisans du Cheikh Srour de la région de Daraa) et au Hizb ut-Tahrir (Parti de la libération), car les principes énoncés par Mawdudi s’y retrouvent tous, avec quelques différences d’expression littéraire ou quelques phrases non contestées. Si la première mouture de la Confrérie des Frères musulmans en Égypte et le modèle syrien du Dr Mustafa al-Sibai n’ont pas adhéré à la logique du « parti sacré », ou ce que Khomeini appelle dans son livre « Le gouvernement islamique » : « la bande sacrée », il a fallu attendre Sayyid Qutb pour voir apparaître une identification plus claire entre ces composantes.

L’essor de la « religion publique » et la chute des idéologies contemporaines ont eu un impact considérable sur la montée, l’extrémisme et la radicalisation des mouvements politiques islamiques. La fabrication de l’ennemi a joué un rôle essentiel dans l’introduction du takfir (définition des frontières entre le croyant et le mécréant, entre la société païenne et la société islamique), la prohibition (regroupant dans une même catégorie tout ce qui est interdit, prohibé et répréhensible) et la destruction (considérant le djihad ou la violence sacrée comme le seul moyen d’instaurer le règne de Dieu sur terre). Comme le dit Yassin al-Haj Saleh : « En Afghanistan, l’ennemi était l’Union soviétique, puis les USA ; en Irak, ce sont les Américains et leurs alliés des organisations chiites ; en Syrie, l’ennemi était essentiellement la révolution »[4].

Au stade du Caire, le 15 juin 2013, le président égyptien Mohamed Morsi était présent en personne pour annoncer les résultats de la première réunion élargie entre les « savants » salafistes, les « savants » des Frères musulmans et les dirigeants de l’Union mondiale des oulémas musulmans, au cours de laquelle il a été décidé, à l’unanimité, de déclarer le jihad en Syrie. Pour annoncer les résultats de cette réunion et proclamer sa décision, les participants ont désigné le cheikh égyptien Mohamed Hassan :

« La terre pure d’Égypte a accueilli une conférence à laquelle ont participé près de 500 savants, appartenant à plus de 70 organismes, organisations et associations. Ces savants ont émis une fatwa et ont convenu que le jihad est un devoir de la vie, de la fortune et des armes, chacun selon ses moyens. Le jihad pour défendre le sang et l’honneur est désormais un devoir individuel pour le peuple syrien et un devoir collectif pour les musulmans du monde entier. C’est ce que nous devons au Seigneur du ciel et de la terre » [5].

Depuis cette date, les différences entre ce qu’on appelait l’islam modéré ou politique et les thèses salafistes djihadistes ont disparu, et le processus de « légitimation » de la présence des combattants étrangers en Syrie dans la plus grande fatwa collective de l’histoire islamique contemporaine s’est enclenché. Les musulmans syriens, quelles que soient leurs factions et leurs orientations, ne sont plus maîtres de leur présent et de leur avenir dans le conflit qui oppose une dictature corrompue et le plus grand mouvement populaire qui lui fait face. L’arrivée massive de plus de 120 000 combattants non syriens provenant d’une soixantaine de pays, avec des facilités financières, matérielles et logistiques qui ont dépassé ce que nous avons connu dans l’expérience afghane, a constitué un changement complet dans la nature, la géographie et les objectifs des conflits armés et des luttes intestines, ainsi que dans la nature de l’État souhaité pour le changement.

Al-Baghdadi a proclamé le califat, considéré comme l’État islamique vertueux tant souhaité, et le conflit au sein des formations djihadistes s’est intensifié, débouchant sur des affrontements sanglants dont les partisans de la « Commission de libération de l’islam en Syrie » (Hayat Tahrir al-Sham) se font rarement l’écho. Si la grande scission entre l’État islamique en Irak et le Front al-Nosra a eu droit à son lot d’attention et d’études, la « Sahwa » a été l’un des mouvements les plus audacieux et les plus cultivés parmi les djihadistes syriens, lorsque Hassan Abboud, chef du mouvement Ahrar al-Sham, aidé par le jeune Mohammed al-Shami, a rédigé «La charte d’honneur révolutionnaire », qui a constitué l’une des révisions les plus importantes de l’histoire du « djihadisme salafiste » en Syrie. Ce pacte a clarifié les frontières entre les thèses générales du mouvement salafiste djihadiste et le projet djihadiste syrien de changement sur des points essentiels, qui vont au-delà de la lutte pour le pouvoir et l’autorité pour toucher à la conception même de l’État souhaité :

« - La révolution syrienne armée a pour objectif politique de renverser le régime avec tous ses symboles et ses piliers et de le traduire en justice, loin de toute vengeance et de tout règlement de comptes.

- La révolution vise militairement le régime syrien qui a exercé le terrorisme contre notre peuple avec ses forces militaires régulières et irrégulières et ceux qui les soutiennent, tels que les mercenaires iraniens, le Hezbollah et la Brigade Abou al-Fadl al-Abbas, ainsi que tous ceux qui agressent et apostasient notre peuple, comme Daech. L’action militaire se limite au territoire syrien.

- Le renversement du régime est une entreprise commune des différentes forces révolutionnaires. Conscientes de la dimension régionale et internationale de la crise syrienne, nous sommes ouverts à la rencontre et à la coopération avec les acteurs régionaux et internationaux solidaires du peuple syrien, dans l’intérêt de la révolution.

- La préservation de l’unité du territoire syrien et la prévention de tout projet de partition par tous les moyens disponibles sont un principe révolutionnaire non négociable.

- Notre force révolutionnaire s’appuie dans son action militaire sur l’élément syrien et est convaincue de la nécessité d’une décision politique et militaire purement syrienne, rejetant toute dépendance vis-à-vis de l’étranger.

- Le peuple syrien aspire à l’instauration d’un État de justice, de droit et de libertés, à l’abri des pressions et des diktats.

- La révolution syrienne est une révolution morale et éthique qui vise à instaurer la liberté, la justice et la sécurité pour la société syrienne dans toute sa diversité ethnique et confessionnelle.

- La révolution syrienne s’engage à respecter les droits de l’homme prônés par notre religion. »[6]

Il est clair que la « Front islamique » syrien a décidé, ce jour-là, de rompre avec ce qu’il appelait le « jihad mondial » ou ce que le Front al-Nosra appelait le «jihad sunnite». [7] en Syrie. Il n’est donc pas surprenant que quarante-cinq cadres de sa direction aient été victimes d’un assassinat collectif dans le plus grand attentat perpétré en quatorze ans de révolution et de guerre sur le territoire syrien, et que des preuves aient révélé, des années plus tard, l’implication du «Front al-Nosra» en collaboration avec les services secrets turcs (MIT) dans ce massacre.

Je m’arrête toujours sur ce document important, car il montre et explique la différence entre le Front al-Nosra et ce qui en est issu, du Front de conquête du Levant à Hayat Tahrir al-Sham, et les factions djihadistes qui ont adopté dans ce pacte l’État de justice, de droit et de libertés.

Un autre sujet important de discorde entre le Front al-Nosra et les autres organisations syriennes était l’adoption par le Front al-Nosra et Daech d’une approche visant à intégrer les combattants étrangers dans les structures organisationnelles et les postes à responsabilité. Le Front al-Nosra étant composé de Syriens et d’étrangers, puis rejoint par certains détenus de la prison de Sednaya, son commandement et ses chefs religieux sont restés entre les mains de non-Syriens, avec quelques Syriens. Ceux-ci représentaient plus de 70 % des effectifs dans les premières années de son existence et occupaient la plupart des postes décisionnels. Cela est apparu clairement lorsque Hassan Abboud a déclaré sur Al-Jazeera qu’il craignait le rôle néfaste des djihadistes étrangers : « Nous n’avons pas besoin d’éléments non syriens, nous avons suffisamment de combattants syriens, d’autant plus que beaucoup d’immigrants ont été victimes de la désinformation et que leur soutien initial s’est transformé en malédiction ». Il a posé comme condition à tout dialogue avec Al-Nosra que celui-ci se dissocie d’Al-Qaïda, soulignant que « la décision doit être purement syrienne ».

Le Front Al-Nosra a répondu : « Nous, au Front al-Nosra, refusons catégoriquement et sans ambiguïté toute minimisation ou occultation du rôle des frères immigrés dans ce jihad béni. Ils ont joué un rôle immense et important en soutenant le peuple de Syrie, conformément à la parole de Dieu : {Et s’ils vous demandent secours dans la religion, vous devez les aider} Nous ne leur répondrons que par la bienveillance et la reconnaissance, car notre Seigneur, le Miséricordieux, a dit : {Le bien se rend-il par autre chose que le bien ?} Nous sommes unis aux musulmans par la fraternité religieuse qui transcende tout lien territorial ou national, et notre soutien aux musulmans repose sur la religion et la loyauté envers elle, pas sur la patrie, la terre et la loyauté envers elle, car Allah, le Tout-Puissant, a dit : {Et pourquoi ne combattriez-vous pas dans le sentier d’Allah, alors que des hommes, des femmes, des enfants et des nourrissons sont opprimés ?} Et le Prophète (que la paix et la bénédiction d’Allah soient sur lui) a dit : « Le musulman est le frère du musulman, il ne le trompe pas et ne le trahit pas ». Que tout le monde sache que l’État islamique que nous voulons est un État fondé avant tout sur la religion, la foi et la charia, et que c’est à cela que nous devons notre loyauté et notre allégeance. Pour nous, un musulman n’est pas l’égal d’un mécréant, comme l’a dit Allah : {Allons-nous traiter les musulmans comme les criminels ?} Et le Prophète (PSL) a dit : « Le lien le plus fort de la foi est d’aimer pour Allah et de haïr pour Allah. » Ce qui nuit à nos frères migrants nous nuit, ce qui les touche nous touche, et celui qui les critique nous critique. Ô migrants, cette terre de Syrie est vaste, installez-vous-y, et les portes de la Syrie resteront grandes ouvertes à tous ceux qui veulent la soutenir et faire le bien pour elle et pour son peuple ».

Le Front al-Nosra a poursuivi son chemin en s’appuyant constamment sur un pourcentage élevé de combattants étrangers. Les mots « Syrien » et « Syrie » sont absents de ses publications et de ses tracts. Dans ses manuels, ses écoles et les positions de ses chefs religieux, il s’est inspiré des écrits et des positions djihadistes les plus extrémistes et les plus radicales sur la question nationale syrienne. Même dans son expérience au pouvoir à Idlib, les religieux et les responsables de la sécurité étaient les véritables décideurs au sein du gouvernement, de l’armée, des services de sécurité, de la police religieuse et de l’intervention dans la vie quotidienne des gens. Lorsque l’on examine les discours et les écrits des figures syriennes du Hayat Tahrir al-Sham, on constate qu’ils ne font que reprendre et répéter ce qui a été dit dans « L’appel à la résistance islamique mondiale » d’Abou Moussab al-Souri (Mustafa Set Mariam Nassar), « Questions de jurisprudence du jihad » d’Abou Abdallah al-Muhajir (Abou Rahman al-Ali), « La gestion de la barbarie » d’Abou Bakr Naji (Mohammed Khalil al-Hakim) et « Le jihad et l’ijtihad » d’Abou Qatada al-Filistini. Nous comprenons pourquoi Hassan Abboud les qualifie ainsi : « Des jeunes gens aux rêves futiles, sans connaissance de la religion ni de la de la Charia».

Malgré le conflit sanglant entre Daech et Al-Nosra, il est important de rappeler que les deux organisations partageaient la même vision de la lutte contre « l’alliance internationale ». Anas Khattab a écrit une lettre à ce sujet, intitulée «L’alliance des serviteurs de la croix contre les moudjahidines du Levant», dans laquelle il déclare :

« Le jugement légitime pour tous ceux qui ont participé à cette coalition croisée contre les moudjahidines, ou qui ont appelé à y participer, ou qui l’ont aidée, soutenue, soutenue, encouragée, approuvée, souhaité sa victoire sur les moudjahidines, ou ont appelé à sa victoire, ou ont manifesté leur allégeance à elle, que ce soit de manière matérielle ou morale, même dans son cœur... Le verdict pour ceux qui ont agi ainsi est qu’ils sont des mécréants apostats qui ont quitté la religion de l’islam et n’ont aucune dignité, qu’ils soient membres d’un groupe dit « combattant », cheikhs ou hommes du peuple musulman».[8]

La déclaration de « rupture » entre Al-Qaïda et le « Front Al-Nosra », sous la pression du Qatar et de la Turquie, n’a été qu’un changement de nom (Front de Conquête du Levant puis Commission de Libération du Levant) sans aucune modification de la structure, de la fonction et du programme. Les nouveaux habits du Front Al-Nosra n’ont pas changé le comportement et les agissements de la nouvelle organisation, tant sur le plan politique que social. Les messages, brochures et fatwas du « Conseil de la libération de la Syrie » continuent d’être enseignés dans les camps et les écoles, les slogans du « jihad des sunnites » restent inchangés et les légitimistes ont toujours le dernier mot dans « l’émirat d’Idlib ». Nous observons dans les sept gouvernements du « Front de salut national » une tentative de construction d’une structure administrative pour le mini-État, dans laquelle le « Comité de libération de la Syrie » contrôle tout ce qui touche à la justice, à l’armée, à la sécurité, aux biens religieux et à l’économie, avec une couverture de façade assurée par des personnalités indépendantes qui adoptent l’approche du Comité. «HTS» a construit dans les zones qu’il contrôle le plus grand nombre de prisons et de centres de détention dans le nord-ouest (douze prisons et un centre de détention) et contrôle, grâce à son appareil sécuritaire hypertrophié, tous les aspects de la vie publique, mais aussi les sources de revenus, d’emploi et de financement. (Un chapitre entier est consacré à ce sujet dans le livre).

Paresh

Hayat Tahrir al-Sham n’a pas changé d’un iota les thèses du Front al-Nosra : la guerre en Syrie est une guerre sectaire et confessionnelle, l’ennemi est le régime alaouite, les alaouites et les chiites et leurs alliés, mais aussi « l’ennemi » qui parle d’État national et démocratique... Parler des droits des femmes est une « imitation de l’Occident » et la séparation stricte entre les femmes et les hommes à la manière taliban est un devoir légal dont la « police religieuse » (qui ordonne le bien et interdit le mal !) veille à l’application... Des messages interdisant la musique, le chant et le théâtre sont diffusés même à l’université d’Idlib [9]... Quant aux alliances et aux inimitiés régionales et internationales, tout est permis, et en même temps, on peut discuter de n’importe quel sujet, même avec « l’alliance des adorateurs de la croix ». C’est cette schizophrénie comportementale qui constitue aujourd’hui un danger pour la société syrienne.

En matière de « sécurité djihadiste », la guerre contre toute une communauté se poursuit, considérée comme le symbole et l’expression d’une « résurgence » impunie. Dans l’armée, la police et les services de sécurité, tous ceux qui pourraient constituer une menace pour la «sécurité du djihad sunnite» sont licenciés, arrêtés, voire assassinés. Cela se manifeste dans ces appareils et dans la manière dont le nouveau commandement applique la doctrine de «nettoyage» de l’armée et de la sécurité de tout « non-musulman ». Dans la lettre du « Général » Anas Khattab, « Règles d’appartenance aux armées et aux groupes nationaux », nous voyons que cette doctrine s’applique même aux officiers dissidents qui ont sacrifié tout ce qu’ils avaient pour défendre leur peuple et dont l’avenir est aujourd’hui décidé, ici en Égypte et là-bas en Turquie, après avoir été testés sur « leur degré d’engagement et leur connaissance de la religion véritable ». Avons-nous oublié l’attaque virulente de Marhaf Abu Qasra (Abu Hassan al-Hamwi) et Anas Khattab (Abu Ahmad Hudoud) contre tous ceux qui réclament la création d’une armée nationale syrienne non partisane et non sectaire ? Et les messages distribués aux combattants du Groupe de libération de Damas par le vice-chef du HTS et le chef des services de sécurité et actuel ministre de l’Intérieur :

« La nationalité rend les fils d’un même pays égaux en droits et en devoirs, quelles que soient leurs religions. Le chrétien, le juif, l’athée et l’apostat ont les mêmes droits que le musulman !

Par exemple, l’accès à la fonction publique est un droit général pour tous les citoyens, quelle que soit leur religion, même s’ils sont athées ou apostats, alors que dans l’islam, il n’est permis qu’aux musulmans, voire uniquement aux musulmans vertueux ».

Il ajoute : « Le patriotisme est une doctrine philosophique qui contredit la religion islamique, il n’est donc pas permis d’y croire ni de s’y affilier, que ce soit en vérité ou pour tromper l’ennemi, même si le jugement n’est pas le même dans les deux cas, le premier étant considéré comme une apostasie et le second comme une interdiction[10]».

Il était nécessaire de revenir sur ces événements et ces positions pour comprendre la nature des changements structurels et fonctionnels qu’a connus le « Front al-Nosra », qui l’ont conduit à éliminer toutes les factions combattantes syriennes (qu’elles soient ou non affiliées à al-Baghdadi, puis à al-Zawahiri, avant de rompre leurs liens avec al-Qaïda). Elle n’a pas changé ni modifié sa nature, ses fatwas et ses positions sur la question de l’intégration des combattants étrangers, qu’elle considère comme une partie essentielle de sa structure et de son projet, ni sur son hostilité déclarée à l’égard de l’État national et de l’appartenance syrienne. Malgré toutes les formes de mécontentement populaire à l’égard des combattants étrangers et la position de Hayat Tahrir al-Sham à l’égard des minorités, en particulier la communauté alaouite, le gouvernement, l’armée et les forces de sécurité d’Al Joulani n’ont pas écouté les conseils, même ceux des «spécialistes» en chirurgie esthétique qui s’efforcent de donner une autre image d’eux depuis les centres de Doha, du MIT, de HD et du MI6. Car toute approche de la question de l’égalité des droits civiques pour tous les Syriens et toutes les Syriennes revient à porter atteinte à la doctrine sur laquelle ont été élevés ses combattants, «migrants et partisans», tout en les détournant de leur mission historique qui consiste à nettoyer le Levant de tous ceux qui ne sont pas sunnites.

Quand il est difficile pour HTS de trouver un religieux damascène ou halabi (sunnite) pour prononcer le sermon du vendredi dans une mosquée de Damas, il fait appel à un « Maghrébin » pour cette mission afin d’enseigner leur religion aux habitants du Levant : « Imaginez que les meilleurs créatures de Dieu se trouvent en terre syrienne, et parmi nous, ces impurs. Aucune secte ne peut diviser nos rangs. La Syrie est sunnite et le restera, et elle restera musulmane avec l’aide de Dieu. Nous nous sommes levés, nous avons pris les armes et nous avons dit : « À ton service, ô Dieu ». Nous sommes le peuple des combats, nous sommes le peuple de l’oppression, nous sommes le peuple de la lutte, nous sommes le peuple du sacrifice, le peuple de la Sunna, mes frères. Maintenant, ils doivent s’unir, se rassembler et apprendre qui sont leurs ennemis. Si nous voyons la flamme de la discorde s’allumer à Damas, nous nous battrons contre elle, avec l’aide de Dieu. Alors, êtes-vous prêts pour le jihad ? Êtes-vous prêts pour n’importe quelle bataille ?... Takbir... Takbir [11]« ... Le bloc militaire et religieux absolument fidèle à Ahmed al-Sharaa est, en fin de compte, constitué de factions non syriennes dirigées par le Conseil de libération de la Syrie. De nombreux dirigeants syriens ont quitté le mouvement, ont démissionné ou ont été emprisonnés, tandis que tous les étrangers membres du HTS et ses alliés considèrent leur affiliation comme liée à leur destin et à leur avenir.

Dans cette configuration pathologique du nouveau pouvoir se pose le problème des nouvelles amitiés et des nouvelles inimitiés après la défaite de ce qu’on a appelé l’axe de la résistance, qui a donné lieu, selon l’un des premiers légitimateurs du « Front al-Nosra », le salafiste djihadiste jordanien Sami al-Dridi: « Il n’est un secret pour personne qui suit les événements du conflit entre les gens de la vérité et les gens du mensonge que les criminels ont fait preuve d’une grande ruse. Leur ruse consistait, dans le passé, à soutenir ce régime criminel dans sa guerre contre les musulmans de ce pays, et ils se sont réparti les rôles dans cette entreprise... Mais lorsqu’ils ont vu que leur intérêt à ce stade était de renverser le régime, ils ont transformé leur ruse en complot pour le renverser afin de servir leurs intérêts et leurs projets dans la lutte contre la vérité et ses partisans, ce qui n’échappe à personne qui suit les événements »[12].

Pour les pays de la Méditerranée orientale, qui ont joué les rôles les plus importants dans la poursuite et la fin du pouvoir de Assad, l’arrivée au pouvoir de la « ligue salafiste djihadiste » signifie avant tout se débarrasser du spectre des valeurs et des discours qui ont terrifié les pseudo-républiques, les royautés et les émirats... Et l’entrée de la région dans une ère où parler de souveraineté de l’État, de société de citoyens égaux et de transition démocratique est considéré comme une hérésie et une apostasie... Il n’est donc pas surprenant que ces gouvernements aient une vision aussi étroite et une cécité aussi délibérée quant à la nature et aux pratiques du nouveau pouvoir, incapable de construire un État, la paix sociale et la sécurité humaine, et générateur de guerres sectaires et civiles ? Et leur normalisation rapide de ce qu’ils ont eux-mêmes qualifié de « terrorisme », en l’espace d’un peu plus d’une décennie.

Ce terrorisme ne l’a-t-il pas « libérée » de ceux qu’elle considérait depuis des décennies comme son ennemi principal dans la région ?

Notes

[2] Pour plus d’informations, voir : Bina al-Muwatana (Construire la citoyenneté), Haytham Manna, Éditions Bisan, Beyrouth 2021

[3] Abou al-Ala al-Mawdudi, La théorie de l’islam et son message, 3e édition, Dar al-Fikr, 1967, p. 47. La conférence remonte aux années 1930, avec la montée d’Adolf Hitler et les purges staliniennes. La citation est tirée de l’édition « révisée » publiée après la guerre de 1967.

[4] Yassin al-Haj Saleh, Les impérialistes impuissants, Riyad al-Rayyes pour les livres et l’édition, Beyrouth, 2019, p. 20.

[5] Haytham Manna, Le déclin de l’islam politique, de al-Mawdudi à Erdoğan, Nofal/Hachet Antoine, Beyrouth, 2021, p. 89.

[6] Ce document a été signé par l’Union islamique des combattants du Levant, le Corps des combattants du Levant, l’Armée des moudjahidines, les Brigades du Coran et la Front islamique. Il a été publié le 17 mai 2014. Pour lire le texte intégral, voir : Haytham Manna, Front al-Nusra, Bisan, Beyrouth, p. 185-194.

[7] L’attaque contre le « Pacte d’honneur révolutionnaire » a d’abord été lancée par les « légalistes » non syriens, tels qu’Abou Qatada et Sami al-Dridi, entre autres, puis rejoints par des Syriens du Front al-Nosra, où Abdel Rahim Atoun a qualifié le texte de « pacte d’apostasie ». C’était également la position d’Abou Faras al-Souri, qui a publié un article intitulé « Al-Nazir al-Aryan » (L’avertisseur nu), dans lequel il faisait allusion à l’apostasie des Ahrar al-Sham et de certaines factions syriennes, considérant le « pacte d’honneur révolutionnaire » comme un document égaré, position adoptée par Abou Mohammed al-Jolani et Abou Maria al-Qahtani. Cependant, le communiqué de presse n° 9 publié par le Front al-Nosra concernant le « pacte d’honneur révolutionnaire » a souligné « la nécessité d’innocenter le jihad des erreurs commises » sans déclarer les membres d’Ahrar al-Sham comme apostats.

[8] Anas Khattab, « L’alliance des adorateurs de la croix contre les moudjahidines de Syrie, conseils et orientations », octobre 2014 : https://ketabonline.com/ar/books/20257/read?part=1&page=2&index=4370535

[9] Il est nécessaire de lire la lettre d’Anas Khattab, « Lettre sur le jugement de la musique », pour comprendre l’étroitesse d’esprit et l’obscurantisme du ministre de l’Intérieur, du chef des services secrets et du membre du Conseil suprême de sécurité nationale en Syrie aujourd’hui !

[10] Anas Khattab, « Le jugement sur l’appartenance aux armées et aux groupes nationaux ». Il existe une grande similitude entre la position des membres de Hayat Tahrir al-Sham sur cette question et les discours et conférences d’Abdel Rahim Atoun, qui mettent constamment l’accent sur le « caractère impie de la démocratie » et des critiques superficielles et désespérées des concepts nationaux et laïques de l’État, avec une critique plus rhétorique qu’analytique des modes de gouvernement socialiste, capitaliste et communiste. Voici quelques exemples de ces positions : https://ketabonline.com/ar/books/106868/read?part=1&page=91&index=4685192https://www.noonpost.com/304248/

[11] https://www.facebook.com/watch/?ref=saved&v=2484450595237246

[12] Sami Al-Aridi, Lettre sur la chute du régime tyrannique de Bachar Al-Assad, Jamada Al-Akhira 1446.

 

 

27/04/2025

NITZAN PERELMAN BECKER
Ce que masque l’expression « Arabes israéliens »

Nitzan Perelman Becker, Université Paris Cité

Environ 20 % des citoyens israéliens sont Palestiniens. Désignés officiellement comme « Arabes israéliens » – une expression sujette à controverse –, ils subissent de nombreuses formes de discrimination et sont perçus, par le pouvoir en place ainsi que par une partie significative de la population juive, comme une « menace intérieure ». Une perception qui s’est encore durcie depuis le 7 octobre 2023.

Une grande partie des Juifs israéliens, ainsi que de nombreuses personnes extérieures à Israël, désignent les 1,7 million de Palestiniens citoyens de l'État d'Israël – soit près de 20 % de la population du pays – par l'expression d'«Arabes israéliens».

Lors des précédentes guerres menées par Israël à Gaza – en 2008, en 2012, en 2014 et en 2021 –, ces Palestiniens détenteurs de la citoyenneté israélienne s'étaient mobilisés en masse. Mais, face à la guerre actuelle, la plus longue et la plus dévastatrice – au point que, à peine trois mois et demi après son déclenchement, la Cour internationale de justice évoquait déjà un risque de génocide –, ils demeurent en grande majorité silencieux. Ils s'abstiennent de manifester et, même sur leurs réseaux sociaux privés, évitent de critiquer les opérations meurtrières conduites par Tsahal dans la Bande de Gaza. Comment expliquer ce silence ?

Citoyens de seconde zone

Les Palestiniens détenteurs de la citoyenneté israélienne sont les descendants des quelque 150 000 Palestiniens qui ont réussi à rester sur leurs terres ou dans leurs foyers malgré la Nakba – terme arabe signifiant « désastre », désignant l'expulsion massive des Palestiniens de la Palestine historique, accompagnée de massacres et de destructions, survenue entre 1947 et 1949.

Lorsque l’État d’Israël est officiellement fondé en 1948, ces Palestiniens obtiennent le passeport israélien, mais sont immédiatement placés sous un régime militaire, distinct de celui des citoyens juifs. Ce régime, en vigueur jusqu’en 1966, limite drastiquement leur liberté de mouvement, d’expression, d’association, ainsi que leur accès à l’emploi. Son abolition, obtenue au terme d’une mobilisation politique, marque une reconnaissance formelle de leur égalité citoyenne – du moins, sur le papier.

Bien qu’officiellement présentés comme des citoyens égaux, les Palestiniens voient leur identité palestinienne niée par l’usage institutionnalisé de l’expression « Arabes israéliens ». Cette appellation s’est longtemps imposée jusque dans leurs pièces d’identité où figurait, jusqu’aux années 2000, la mention « nationalité : arabe » – en opposition à la « nationalité juive » réservée aux citoyens juifs.

En Israël, et particulièrement à travers la langue hébraïque, les termes « nation » ou « nationalité » prennent une dimension ethnique : la notion de nation israélienne, qui engloberait l’ensemble des citoyens de l’État, n’existe tout simplement pas.

La mention a été supprimée non pour corriger une discrimination, mais parce qu’en 2002, la Cour suprême autorise l’enregistrement de personnes converties au judaïsme réformé comme juives. Opposé à cette reconnaissance, le ministre de l’intérieur ultra-orthodoxe Eli Yishaï décide alors de supprimer toute mention de nationalité.

Aujourd’hui encore, un ensemble de lois et de réglementations institutionnelles accorde des droits spécifiques aux Juifs au détriment des citoyens non juifs – en particulier des Palestiniens. Par exemple, une loi adoptée en 2003 interdit aux citoyens israéliens mariés à des Palestiniens ou Palestiniennes des territoires occupés de vivre en Israël, entraînant la fragmentation des familles. En pratique, cette mesure ne vise que les citoyens palestiniens d’Israël : les couples mixtes, entre Juifs et Palestiniens citoyens de l’État, restent très rares (2,1 % en 2008), et les unions entre Juifs israéliens et Palestiniens des territoires occupés sont quasi inexistantes.

En outre, les lois foncières en Israël favorisent l’accès à la propriété pour les Juifs et renforcent la ségrégation territoriale. Environ 13 % des terres de l’État sont gérées par le Fonds national juif, qui interdit leur vente ou leur location à des non-Juifs.

Parallèlement, des politiques sont mises en œuvre pour « judaïser » certaines régions à forte population palestinienne, comme le Néguev et la Galilée. Plusieurs lois facilitent la création de localités purement juives – notamment la loi de 2011 sur les commissions d’admission, qui autorise les communautés juives de ces régions à décider d'admettre ou non tout nouvel arrivant dans ces zones, ou encore la loi fondamentale sur l’État-nation, qui érige le « l'implantation juive » en « valeur nationale ».

Adoptée en 2018, cette loi stipule que seul le peuple juif dispose du droit à l’autodétermination en Israël, sans préciser les frontières concernées – ouvrant ainsi la voie à une interprétation englobant l’ensemble du territoire entre la mer Méditerranée et le Jourdain. Autrement dit, elle inscrit dans le droit la légitimité d’une suprématie ethnique et nie explicitement le droit à l’autodétermination du peuple palestinien.

Enfin, certaines mesures législatives réservent des avantages financiers aux personnes ayant accompli leur service militaire – une obligation dont les Palestiniens sont exemptés -, permettant d'instaurer des privilèges sans mentionner explicitement l'appartenance ethnique.

Ces éléments sont fréquemment passés sous silence quand Israël est présenté comme une démocratie exemplaire ou la « seule démocratie du Moyen-Orient ».

Une « menace intérieure »

Le cadre légal est accompagné d'un racisme systémique, les Palestiniens étant largement perçus comme une menace intérieure. Cette perception se renforce pendant les périodes de guerre ou de tension, notamment après mai 2021, après que des affrontements violents ont éclaté entre Juifs et Palestiniens dans des villes « mixtes », où la présence palestinienne est plus marquée.

« Israël : à Kfar Qasim, le malaise des Arabes israéliens face à la guerre », France 24 (2024).

Jérusalem est au cœur de toutes ces tensions : l’évacuation programmée d’une famille palestinienne à Sheikh Jarrah, l’irruption violente de la police israélienne sur l’esplanade des Mosquées et l'interdiction de prière aux musulmans – y compris les citoyens palestiniens de l'État – en plein mois de ramadan, attisent la colère des Palestiniens citoyens d'Israël.

Dans le débat public, toute contestation de l’action des autorités par les citoyens palestiniens d’Israël est aussitôt interprétée comme la preuve de leur déloyauté envers l’État. Ils sont alors souvent présentés comme un « front intérieur » qu'il faudrait combattre comme un ennemi. Cette vision ne date pas des suites du 7 octobre 2023.

Par exemple, le 10 mai 2021, à la Knesset, Shlomo Karhi, alors député du Likoud et aujourd’hui ministre des communications, comparant les Palestiniens d’Israël aux « ennemis de l'extérieur », affirme :

« Ce terrorisme ne surgit pas de nulle part. Comme des bêtes sauvages qui sentent la faiblesse de leur proie, les ennemis arabes sentent la peur. Les ennemis de l’extérieur nous attaquent, et ceux de l’intérieur […] les soutiennent. »

Un discours tenu également, le 18 mai 2021, par Amichai Chikli, à l’époque député du parti d’extrême droite Yamina et aujourd’hui ministre des affaires de la diaspora :

« Il est de notre devoir de repousser les ennemis d'Israël : les repousser à Gaza, dans les rues de Lod, partout et aussi d’ici, de cet hémicycle, de la Knesset d’Israël. »

Les Palestiniens citoyens d’Israël disposent de droits politiques, dont celui de voter et de siéger à la Knesset. Deux partis arabes y sont actuellement représentés : Hadash-Ta’al, une alliance de la gauche radicale portée par un programme progressiste centré sur l’égalité et la fin de l’occupation ; et Raam, un parti islamiste conservateur, engagé dans une stratégie pragmatique visant à améliorer les conditions de vie des citoyens palestiniens. Aux législatives de 2022, ils ont remporté 5 sièges chacun, sur les 120 que compte la Knesset.

Lors de ces élections, plus de 85 % des citoyens arabes du pays ont voté pour ces partis. En excluant les Druzes – qui votent majoritairement pour des partis juifs et ne se définissent pas comme Palestiniens –, ce chiffre serait encore plus élevé. Il convient toutefois de souligner que la présence de ces partis au Parlement, souvent brandie comme preuve du caractère démocratique de l’État, est régulièrement remise en cause par la droite israélienne, qui les qualifie d’« ennemis » ou de « terroristes ».

Avant même le 7-Octobre, les événements de mai 2021 avaient renforcé ce discours, exploité par Benyamin Nétanyahou et ses alliés à leur retour au pouvoir, fin 2022. Pendant qu'ils se trouvaient dans l'opposition, ils accusaient le gouvernement précédent, en raison de la présence d'un parti arabe dans la coalition, de « soutenir le terrorisme ». Cette campagne de délégitimation, assimilant les Palestiniens à une menace intérieure, a joué un rôle crucial dans la victoire électorale du bloc pro-Nétanyahou aux législatives de 2022.

« Israël, les ministres du chaos », documentaire sur les ministres israéliens d’extrême droite, co-écrit par l’autrice de cet article, Arte (novembre 2024).

Vivre dans le viseur

Depuis l'arrivée du sixième gouvernement Nétanyahou, fin 2022, le racisme anti-arabe a atteint un niveau inégalé. Il se manifeste, entre autres, par une indifférence face à la forte hausse des crimes au sein même de la communauté palestinienne en Israël. En 2023, 223 Palestiniens d’Israël ont été assassinés, le taux de résolution de ces crimes étant inférieur à 10 %. Le gouvernement, et notamment Itamar Ben Gvir, ministre de la sécurité nationale et ancien membre du mouvement suprémaciste Kach, reste inactif face à cette situation.

Dans les villes palestiniennes israéliennes, la tension monte, alimentée par des discours xénophobes et racistes largement diffusés dans l'espace public. C'est dans ce contexte explosif que survient l'attaque du 7 octobre 2023, secouant profondément la société israélienne.

Dix jours après le massacre du 7-Octobre, en pleine offensive israélienne sur Gaza, le chef de la police Kobi Shabtai publie une vidéo sur le compte Twitter en arabe de la police. Face caméra, il menace clairement les Arabes israéliens :

« Quiconque souhaite être un citoyen israélien, ahlan wa sahlan (bienvenue, en arabe) ; quiconque exprime sa solidarité avec les Gazaouis, je le mettrai dans un bus et l’y [à Gaza] conduirai moi-même. »

Cette menace marque le point de départ d’une importante vague de persécutions, toujours en cours, contre les Palestiniens citoyens d’Israël. En trente jours seulement, la police arrête ou ouvre une enquête contre 251 personnes, dont la moitié pour de simples publications sur les réseaux sociaux. Un like, un partage ou un message de solidarité avec Gaza suffit parfois à éveiller les soupçons.

Et la répression ne vient pas uniquement des autorités : ces Palestiniens sont aussi surveillés et interrogés par leurs employeurs, leurs universités, leurs collègues ou leurs voisins. Des centaines de personnes sont licenciées ou suspendues de leur travail ou de leurs études, pour une publication privée ou un propos tenu en petit comité.

Leur citoyenneté israélienne ne peut plus les protéger. Preuve en est l'usage croissant, à leur encontre, de méthodes d'arrestation et d'enquête jusque-là réservées aux Palestiniens de Cisjordanie, soumis à l'occupation militaire et dépourvus de droits.

À ce propos, la question de la perception des Palestiniens d’Israël par les autres Palestiniens – qu’ils vivent dans les territoires occupés, dans des camps situés depuis des décennies dans des pays voisins, ou ailleurs dans le monde – mériterait un développement en soi, pour lequel nous n’avons pas la place ici.

Malgré la peur et les menaces policières, de nombreux Palestiniens tentent tout de même de manifester leur solidarité avec Gaza. Mais, depuis le 7 octobre 2023, ce droit fondamental, pourtant inhérent à tout régime se revendiquant démocratique, est réservé aux seuls citoyens juifs. Les Palestiniens, eux, se voient interdire leurs manifestations, encore et encore.

La situation critique des Palestiniens citoyens d’Israël est non seulement ignorée mais aussi, parfois, interprétée de façon erronée dans les médias étrangers. En France, certaines personnalités manipulent des sondages, comme celui de l’Université de Tel-Aviv de décembre 2023, selon lequel, depuis le 7 octobre 2023, 33 % des Palestiniens citoyens d’Israël placent leur citoyenneté israélienne au premier rang de leur identité, 32 % leur identité arabe et seulement 8 % considèrent l’identité palestinienne comme la composante principale.

Pourtant, il suffit d’écouter les Palestiniens pour saisir l’ampleur de cette erreur.

En témoigne, le juriste palestinien Mohammed Abed El Qadir, citoyen d’Israël :

« Si je reçois un appel d’un numéro israélien inconnu et qu’on me demande comment je m’identifie, je pourrais répondre que je suis sioniste et prêt à faire le service militaire, tellement j’ai peur ! Notre persécution depuis le 7 octobre nous a prouvé que l’expression “Arabe israélien” n’existe pas et n’existera jamais. Nous sommes des Palestiniens et nous le serons toujours. »The Conversation

Nitzan Perelman Becker, Docteure en sociologie politique, Université Paris Cité

Cet article est republié à partir de The Conversation sous licence Creative Commons. Lire l’article original.